7 Consejos para el Desarrollo Personal

He aprendido que la única forma de mantenernos en constante crecimiento es mantener una actitud continua de aprendizaje. Si no estamos aprendiendo, no estamos creciendo y todo aquello que se encuentra estancado, está destinado a morir.

A continuación comparto siete consejos que pueden ayudarnos en nuestro desarrollo personal. Estas son prácticas que personalmente me tracé hace tiempo y me he encargado de cumplirlas a través de los años, algunas veces he fallado, en otras he sido constante, pero estoy seguro que me han servido en mi aprendizaje y desarrollo.

1. Aparta tiempo para organizar y escoger el material que estudiarás entre la semana.

Es muy importante ser intencionales en nuestro aprendizaje, por lo mismo es una muy buena idea separar el tiempo que sea necesario para poder seleccionar, escoger y organizar todo el material que deseamos estudiar. Separemos un día en la semana para hacer esta labor y luego calendarizamos para los demás días de la semana lo que habremos de estudiar cada día.

2. No dejes pasar un solo día sin escuchar algún audio que tenga que ver con los temas que te interesan. Pueden ser podcast, mensajes, audio libros, etc.

Un estudio dice que si escuchamos un audio sobre un tema de nuestro interés durante el tiempo que gastamos en trasladarnos al trabajo todos los días, al final de dos años habremos alcanzado en conocimiento el equivalente a una licenciatura.

3. Lee, lee y lee. Todos los días separa tiempo para leer. Subraya y procesa la información que adquiriste.

Todo líder es un lector. No todo el que lee es un líder, pero todo aquel que es líder posee el hábito de la lectura. Es muy importante leer, pero más importante aún es poder procesar toda la información y el conocimiento adquirido a través de dicha lectura, por eso es importante subrayar, tomar notas y tener a alguien con quien conversar algunos puntos o ideas importantes de dicha lectura.

4. Jamás sustituyas tu lectura diaria de la Biblia con otro tipo de lectura.

Nunca cualquier tipo de lectura puede sustituir nuestra lectura diaria de la Biblia. Si nos encontramos leyendo cualquier cosa más que la Biblia, pronto nos encontraremos hablando a otros solamente de conocimiento y psicología humana. La letra mata, pero el Espíritu es el que da vida. Sigue planes diarios de lectura, comprométete a seguir planes de devocionales que hagan de la lectura de la Biblia tu práctica central.

5. Al menos una vez por semana invierte tiempo para ver algún video que tenga relación con el tema que estás interesado.

Personalmente cuando invierto tiempo para ver videos sobre temas de mi interés, me hallo a mi mismo invirtiendo un mayor grado de concentración. Gracias a la tecnología hoy día encontramos muchos recursos audiovisuales en el internet, así que invierte tiempo en buscar material por video sobre aquellos temas de tu interés que te ayuden y te motivan en el desarrollo de tu potencial y al menos una vez por semana siéntate a ver dichos videos. 

6. Al menos una vez por mes agenda una cita con alguien a quien admiras y respetas. Prepara con anticipación tus preguntas y sé humilde en aprender de otros.

Algo que ha agregado muchísimo valor a mi vida es poder tener la oportunidad de sentarme con alguien y poder conversar con ella sobre temas de mi interés y curiosidad. Haz tu mayor esfuerzo de hacer esto un hábito para ti, trata al menos de agendar una cita al mes para poder entrevistarte con alguien de quien puedas aprender. Importante, es que no dejes que la conversación sea casual, asegúrate de preparar tus preguntas antes de tu reunión. Comunícale a la persona con quien vas a conversar tu deseo de hacerle preguntas y aprender de él durante esa cita que ambos han acordado. Las preguntas que haces revelan cuáles son tus intereses.

7. Procesa la información. Toma notas, discute con otros, comparte con otros, habla con otros y repite lo que aprendiste.

Si no aprendemos a procesar la información y el conocimiento que adquirimos corremos el peligro de convertirnos en consumidores de información, pero que no llevamos nada a la práctica. Ser oidores es algo, pero a la vez no hace ninguna diferencia, la diferencia está en ser hacedores. Tomar notas siempre es de mucha ayuda para procesar la información y el conocimiento recolectado. Discutir con otros sobre tus notas, compartir los principios aprendidos y repetir lo que hemos aprendido nos ayuda a asegurar la información y los conceptos adquiridos. Una persona sabia es aquella que sabe poner en práctica el conocimiento adquirido.

Por último, ninguno de estos consejos tienen efectividad alguna si solamente los dejamos en el papel, se requiere de voluntad propia para ponerlos en práctica. Se requiere de decisión y disciplina para implementarlos en nuestra agenda diaria. La constancia, es otro elemento esencial si queremos ver resultados concretos. Finalmente, no es necesario que pongas todos estos consejos en práctica al mismo tiempo, comienza poco a poco, paso a paso, uno por uno y estoy seguro que cuando menos te lo esperas estarás totalmente comprometido con tu desarrollo personal y estarás en un constante crecimiento.

Que Nuestra Esperanza Perdure

Todos hemos tenido días difíciles. No creo que exista una tan sola persona que no haya enfrentado momentos de adversidad e incertidumbre, no importa la edad, todos hemos tenido que enfrentar situaciones complejas en diferentes temporadas. La vida esta llena de momentos como estos, momentos en donde pareciera que todo esta en nuestra contra y que nada de lo que hacemos parece salirnos bien. Estos momentos quizás nos lleven a la desesperación y a la angustia por no saber qué hacer o por no saber cómo salir adelante ante tal situación. Déjame decirte algo: “No todos los días son malos, pero tampoco no todos los días son buenos”, la diferencia entre ambos la hace el conocer personalmente en qué o en quién esta depositada nuestra confianza.

El diccionario define la palabra confianza como: “La esperanza firme que se tiene de alguien o algo”, y sobre esto mismo, David, antiguo rey de Israel escribió en el libro de los salmos: “Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré.” (Salmos 91:2). Y es que la esperanza es ese ánimo, aliento y vigor para continuar y seguir adelante en medio de la incertidumbre, es la actitud del corazón y la disposición del pensamiento para depositar nuestra fe en aquel que puede salvarnos. Es el temple de decidir que nuestra confianza y seguridad están únicamente en aquel que todo lo puede, que todo lo sabe y que todo lo conoce. Es confiar nuestra seguridad en el Dios de nuestra salvación. Tener esperanza es la voluntad de nuestro carácter para creer que solamente en Dios esta la vida y que El puede obrar a nuestro favor y coordinar que todas las situaciones a nuestro alrededor funcionen y cooperen para nuestro bien a fin de cumplir sus planes en nosotros.

Todo a nuestro alrededor, todo lo que nos sucede, sea bueno o sea malo convergen en nosotros con el único objetivo de cumplir el proceso que nos encamina poco a poco hacia el propósito de Dios. 

Cuando decidimos depositar nuestra confianza en Dios, no la depositamos en alguien que no entiende o comprende lo que nos pasa, al contrario, la Biblia nos dice que Jesús experimentó y sufrió en carne propia todas nuestras aflicciones, así lo describe el profeta Isaías que dijo: “Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores…” (Isaías 53:4); también la carta dirigida a los hebreos lo dice de esta forma: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” (Hebreos 4:15).

Así que cada vez que nos encontremos en una situación en dónde humanamente pareciera que no hay salida, tenemos de nuestro lado a alguien que sabe lo que es sentirse atrapado y sin solución alguna ante las dificultades. Mateo, uno de los discípulos de Cristo, nos relata cómo Jesús mismo en el momento más oscuro de su vida, envuelto por la angustia y la desesperación trató de encontrar una salida ante el inminente sufrimiento de la muerte en la cruz, acudiendo al único que podía fortalecer su alma. Jesús pudo encontrar fortaleza y paz para su alma al depositar toda su esperanza y cediendo el control total de su voluntad a Dios a través de la oración. ¡Esa es la clave! No somos nosotros mismos quiénes debemos encontrar en nuestras propias fuerzas la solución a todo. Debemos simplemente ceder nuestra voluntad a Dios y El cumplirá y completará la buena obra en nosotros.

No puedo prometerte que los momentos de adversidad dejarán de venir, pero sí podemos estar seguros que nuestra esperanza, confianza y seguridad jamás se verán defraudadas, después de todo, Jesús mismo dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33).

¡Confiemos! Que nuestro corazón tome aliento, y que nuestra esperanza no desfallezca. Nuestra salvación proviene del Dios que hizo los cielos y la tierra. El Creador del universo nos conoce por nuestro nombre e inclina su oído a nuestro clamor.

Por último, el apóstol Santiago, quien fuese hermano de Jesús en carne propia, quién posiblemente jugó a las escondidas con su hermano siendo niños, escribió estas palabras:

2Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.” (Santiago 1:2-3).

Liderazgo Inclusivo

teamwork

Todos en algún momento hemos escuchado estas palabras o hasta nosotros mismos las hemos repetido: “Aquí yo soy el que manda”, “yo soy el líder”, “ yo decido lo que se hace”. Si dicho líder busca inspirar a su equipo, estas palabras son más bien un ejemplo de cómo no inspirar a un equipo. 

La manera, la forma y las palabras con las que transmitimos planes, estrategias o ideas pueden motivar e inspirar a un equipo, o pueden convertirse en una imposición y en abuso. Abuso, porque se hace “uso” de un grupo de personas para que “hagan lo que se les ordena”. 

Un liderazgo vertical no toma en cuenta las habilidades de su equipo, ni su nivel de análisis. En otras palabras, no le interesa escuchar lo que probablemente tienen que decir. “Los líderes que no saben escuchar, pronto estarán rodeados de gente que no tiene nada que decir.”

“HAGAMOS” ES MEJOR QUE “HAGAN”

Cuando aprendemos como líderes a guiar a un equipo, entendemos que la posición del que guía no esta atrás del equipo, sino que este es quien va adelante mostrando primeramente con el ejemplo cómo hacer las cosas y cuáles son las actitudes requeridas para dicha labor. Eventualmente debe llegar a conocer y saber cuándo es el momento ideal para dejar solo al equipo con el fin de que ellos mismos hagan uso de su creatividad, talento y habilidad para desarrollar dicha labor. 

SIEMPRE ES MEJOR INCLUIR A OTROS 

“El verdadero líder sabe rodearse de gente más capaz e inteligente que el”. Muchos líderes cuando comienzan a estar rodeados de gente inteligente y capaz se sienten amenazados en su autoridad y pronto desarrollan un celo de cuidar lo que creen que es de ellos y finalmente terminan rodeados de gente que carecen de una amplia capacidad de análisis y por ende su habilidad de discusión es nulo, por lo tanto las famosas reuniones de trabajo llegan a convertirse en reuniones en donde solamente el “líder” es quien habla y dicta los pasos a seguir en el desarrollo de las ideas. Los demás solo están para hacer lo que se les pide, y nada más.

Cuando un líder sabe traer a la mesa las mentes más brillantes, esta asegurando la durabilidad de la organización, pues esta no esta condenada a depender solo de el como el súper héroe, sino que existe una mesa con las mentes más privilegiadas que velan por el futuro de dicha organización.

Cuando el líder aprende a incluir a otros, el vocabulario del equipo cambia y en lugar de decir “el jefe lo quiere así” dicen “con nuestro esfuerzo esta estrategia puede funcionar” pues el equipo comienza a desarrollar un sentido de pertenencia y ya no son más las ideas de otros sino que se convierten también en sus ideas. 

Aprendiendo a Obedecer a la Primera Oportunidad que Tenemos

baby using headphones

Deuteronomio 28:13 (PDT) | “El Señor te hará ir a la cabeza, no al final; siempre estarás en la cima y no en el fondo. Esto sucederá si tú escuchas los mandamientos que el Señor tu Dios te manda hoy y los obedeces cuidadosamente.”

Recientemente me reuní con un pastor amigo mío, Chris García, pastor general de Ekklesia Miami y entre nuestro saludo me preguntó sobre que tal se encontraba mi familia, me dijo que había visto que nuestro hijo estaba ya bien crecido. A su pregunta le respondí que estábamos muy bien y disfrutando de un tiempo hermoso como familia, pero que además teníamos el compromiso de criar a nuestro hijo de la mejor forma que nos fuese posible. Le comenté que ahora mismo estábamos trabajando en enseñarle a obedecer a la primera vez que le decimos algo, que no es necesario y que tampoco necesita esperar a que le digamos algo dos o tres veces para obedecer. Les confieso, que no es y que no ha sido fácil, pero estamos comprometidos en la educación de nuestro hijo.

En mi conversación con el pastor Chris recordé cómo me tocó a mi aprender a obedecer a la primera vez que se me daba una orden. Tenía quizás como diez años cuando en una ocasión mi papá me dijo que hiciera algo, recuerdo haber escuchado y también recuerdo no haber actuado rápidamente por lo que mi papá me volvió a repetir una segunda vez, y de nuevo no obedecí, así que me acuerdo bastante bien que no hubo una tercera vez, pues lo que vino después fue una tunda de parte de mi papá y una advertencia que jamás mi espalda y yo olvidamos. El me dijo: “No tengo que repetir dos veces una misma cosa, tienes que aprender a escuchar y obedecer a la primera vez”. ¡Ha! desde entonces nunca olvidé ese sabio y doloroso consejo de mi viejo.

LA DIFERENCIA ENTRE OIR Y ESCUCHAR

Muchos solamente saben oír y no escuchar. Aunque ambas palabras nos parecen un sinónimo, la verdad es que hay una gran diferencia entre ellas. Oír es tan solo percibir sonidos y ruidos, pero no necesariamente identificar de donde proviene o que significan. Escuchar, es identificar qué genera o provoca dicho sonido y cuál es su significado, por qué razón el sonido esta siendo emitido.
Necesitamos aprender a escuchar, no basta con oír. Conocer la diferencia entre ambas condiciones entre muchas cosas puede hasta llegar a salvar nuestras vidas. Por ejemplo si un piloto de avión mientras pilotea su nave entre las nubes y de repente se llegase a escuchar una alarma dentro de la cabina, el prestar atención y conocer el motivo de la alarma puede no tan solo salvar su vida, sino también la de los cientos de personas que viajan en ese vuelo.

Para concluir con nuestra reflexión, mi amigo, el pastor Chris me dijo que ellos también habían estado trabajando como familia con sus hijos la necesidad de aprender a escuchar y a obedecer a la primera vez por lo que me contó una anécdota y me dijo: tenemos una amiga que tiene su casa justo al lado de una autopista y en una ocasión su hija pequeña se salió de la casa e iba rumbo a la calle, cuando su mamá se percató corrió para poder alcanzarla pero justo en ese momento logró ver que un camión venia a toda velocidad, supo que no llagaría a tiempo para detener a que su hija cruzara la calle, así que le gritó y le dijo: ¡Janeth detente! Y la niña, sin esperar una segunda vez, se detuvo justo a la orilla de la calle sin cruzar y en ese mismo instante el camión pasó frente a ella. La madre de Janeth le dijo a Chris: “Chris, si nosotros no le hubiésemos enseñado a nuestra hija a obedecer a la primera vez, hoy nuestra hija ya no estaría con vida.”

Saber escuchar y obedecer pueden salvar nuestras vidas físicas, y también nuestras vidas espirituales si tan solo aprendemos a escuchar y a obedecer la voz de Dios a la primera vez que nos habla.

Seis Consejos para el Servicio en el Ministerio

Biblia sobre pulpito

Recientemente graduamos a veinte estudiantes de nuestra escuela de música y es costumbre que en dicha ceremonia de graduación deba dirigirme a los graduados y compartir con ellos algunos consejos que pueden servirles en su labor ministerial. En aquella ocasión compartí con nuestros alumnos cinco consejos, pero al escribir estos pensamientos hoy surge un consejo mas, así que aquí comparto estos seis consejos ministeriales que los extraemos de las palabras que Jesús dio a aquellos setenta discípulos que envió de dos en dos a todo lugar que El pensaba ir y visitar.

Lucas 10:1-5 (NVI) |“Después de esto, el Señor escogió a otros setenta y dos para enviarlos de dos en dos delante de él a todo pueblo y lugar adonde él pensaba ir. Es abundante la cosecha —les dijo—, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que mande obreros a su campo. ¡Vayan ustedes! Miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven monedero ni bolsa ni sandalias; ni se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan primero: “Paz a esta casa.”

1. TEN CUIDADO DE QUIEN TE ACOMPAÑA

Jesús envió a setenta de sus discípulos de dos en dos. Mi abuela lo decía de esta forma: El que con lobos anda, aullar aprende.
Es muy importante que sepamos y tengamos cuidado de quienes nos hacemos acompañar. Estemos conscientes o no, aquellos que nos rodean y caminan a nuestro lado ejercerán influencia sobre nosotros y el efecto de esa influencia dependerá totalmente de la calidad de esas personas que nos acompañan.

2. HAY MUCHO POR HACER

Jesús dijo a sus discípulos que la cosecha era mucha y que los obreros eran pocos.
Dios nunca llama a quienes no tienen nada que hacer, El siempre busca gente dispuesta, no vacantes.
Definitivamente hay mucho trabajo para hacer y ese nunca ha sido el problema, Dios no esta preocupado en el “qué”, El esta más interesado en el “quién”, porque, qué hacer, hay demasiado, pero quien lo haga, hay pocos.

3. DIOS ESTA CONTIGO

Jesús les advirtió a sus discípulos que irían como corderos en medio de lobos.
El trabajo ministerial no es fácil, siempre habrán dificultades y momentos muy complicados. Siempre llegarán esas temporadas en las que nos preguntaremos si en verdad fue Dios quien nos llamó para servir en el ministerio; sin embargo, no importando que tan difícil sean esos momentos no debemos olvidar jamás que El ha prometido que siempre estará con nosotros y si Dios esta con nosotros ¿quién podrá contra nosotros?

4. EL SIEMPRE PROVEERA

Jesús les dijo que no llevaran bolsa, dinero ni sandalias.
Debemos recordar siempre que si fue Dios quien nos llamó y nos escogió para la obra del ministerio, El será quien se encargará de suplir y proveer todo lo que sea necesario a fin de que la obra que nos ha encomendado pueda llevarse a cabo. El es Dios, asi que debemos esperar de El siempre lo mejor y confiar en que la provisión llegará en el momento oportuno.

5. NO TE DISTRAIGAS

Jesús aconsejó a sus discípulos y les dijo que no se detuvieran a saludar a nadie en el camino.
En nuestro diario caminar nos encontraremos con muchas distracciones. Vivimos en tiempos donde muchas cosas compiten por cautivar nuestra atención y si no tenemos cuidado podemos fácilmente desenfocarnos e irnos poco a poco alejándonos de nuestro propósito y llamado. Cuando perdemos de conciencia las palabras que dan respuesta a la pregunta ¿por qué hago lo que hago? Es entonces que urge hacer un alto, evaluar y ver hacia dónde estamos yendo o hacia dónde nos están llevando los pasos que estamos dando y si es necesario, hacer los ajustes que se requieran para estar alineados con nuestro llamado.

6. SEAN SIEMPRE DE BENDICION

Jesús les dijo a sus discípulos que cada vez que llegaran a una casa lo primero que debían decir era “Paz a esta casa.” Debemos procurar ser siempre gente idónea y oportuna. Ser de bendición para aquellos a quienes servimos y ministramos y para todos aquellos que están a nuestro alrededor.
La fidelidad sigue siendo el pre-requisito para que mayores oportunidades y responsabilidades de parte de Dios vengan a nosotros, recordemos que fue El quien dijo: “en lo poco has sido fiel, en lo mucho serás puesto.”

Un Viejo, un Muchacho, un Cuchillo y un Altar

“Saber tocar un instrumento no define una vida de adoración, sin embargo una vida de obediencia sí es la evidencia de un verdadero adorador”

En una historia de la Biblia en donde por primera vez se menciona la palabra “adoración” como tal, encontramos uno de los mas grandes y conocidos ejemplos de obediencia. ¿El responsable? Un viejo llamado Abraham. Imagino que al identificar este nombre recordaremos muchos sermones en donde nos hablaron sobre la obediencia de Abraham, o cuántos relatos habremos escuchado en las clases de escuela dominical sobre como Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo por obediencia a Dios, sin embargo no importando la cantidad de veces que quizás hayamos escuchado sobre esta historia todos llegamos a un común acuerdo  sobre la calidad y grado de obediencia que Abraham tuvo ante las peticiones de un Dios que lo único que le había pedido era la vida de su hijo Isaac.

Haciendo una pausa con la historia que involucra a estos personajes: Un viejo, un muchacho, un cuchillo y un altar, quiero mencionar otro punto. Por mucho tiempo se ha transmitido la idea de que para adorar a Dios es necesario un ambiente que involucre cantos, música e instrumentos, aclaro, esto no esta nada mal, sin embargo creo con todo mi corazón que la verdadera adoración va mucho mas allá de la música, va muchos mas allá de saber tocar un instrumento musical, va mas allá de conocer progresiones de acordes, bonitas melodías,  es más que simples letras bíblicas y espirituales. Limitar o encerrar el concepto de adoración a un único contexto musical es limitar nuestra responsabilidad como adoradores, si esto fuera así, entonces el numero de adoradores verdaderos estaría limitado a tan solo gente que sabe hacer música, y la verdad he conocido a muchos y muy buenos músicos que lo menos que son es verdaderos adoradores.

Ahora, quitando el dedo de la pausa y retomando a nuestros personajes: el viejo, el muchacho, el cuchillo y el altar, recordemos las palabras que dijo Abraham a sus siervos cuando llegaron al monte Moriah, que era el lugar en donde iba a sacrificar a su hijo Isaac, Abraham les dijo: “El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios…” (Génesis 22:5 NVI). Al llegar al monte el ambiente era totalmente distinto a lo que seria un servicio de adoración actual, ahí no habían luces, equipos de sonidos, no habían instrumentos musicales, pantallas ni tampoco una batería puesta en el centro del escenario, ahí solo estaban un viejo, un muchacho, un cuchillo y un altar, todos dispuestos a cumplir con los deseos de Dios, obediencia pura en todo sentido, obediencia tanto de Abraham hacia Dios, pero también sujeción de un hijo hacia su padre, pues en ningún momento Isaac se opuso o se reveló ante lo que su papa se disponía a hacer con el. A eso Abraham llamo adoración.

La evidencia de un verdadero adorador no es cuan bien sabe cantar o que tan bien sabe ejecutar un instrumento, sino cuan obediente es hacia las palabras de Dios.

“La verdadera obediencia es la mayor expresión de honra que podemos elevar a nuestro Dios.”

Si de Mi Depende

“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.”

– Romanos 12:18

Esta cita de Romanos siempre ha sido y es para mi un completo reto, ya que desde las perspectiva bíblica no es necesario encontrar a un culpable para pedir perdón por alguna ofensa, sino que basta con tener el deseo para tomar en nuestras manos la responsabilidad de procurar la paz con todos.

La palabra “procurar” da aún más peso a este principio, ya que no deja simplemente la intención de buscar la paz con todos a un solo hecho de saberlo, sino que incluye la acción de nuestra parte, acción que implica esfuerzo, diligencia e intención de que suceda.

El diccionario define la palabra procurar como: Hacer diligencias o esfuerzos para que suceda lo que se expresa. Así que el procurar estar en paz con todos, depende de nosotros y requiere de esfuerzos intencionados de nuestra parte para lograr dicha paz.

En cuanto de nosotros dependa, no es necesario señalar a un culpable, basta con saber y estar concientes que algo podemos hacer para que todo este en paz, basta con saber que algo podemos ceder para lograr paz entre nosotros.

Dios nos llamo a paz y no a contiendas, así que si sabemos como las cosas debieran de ser, la demanda recae en nosotros, aun cuando a nuestro propio criterio no seamos culpables. Por lo general en una discusión ambas partes involucradas se dicen ser victimas el uno del otro, pero ninguno se llama así victimario, creo que hace falta quienes tomen la responsabilidad en sus manos y provocar una diferencia.

Para concluir este pensamiento quiero decir que no tomar ninguna acción en esto podría incurrir en culpabilidad para nosotros, porque si sabiendo hacer el bien no lo hacemos, esto nos puede ser contado por pecado.

“y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.”

– Santiago 4:17

Todavía hay mucho por decir, tanto de que hablar, pero me aferro a la idea de que esto es suficiente como para hacernos reflexionar sobre nuestra disposición hacia la paz.

¿Qué Hacemos con lo que Aprendemos?

Sin duda alguna el crecimiento es influenciado en gran parte por el aprendizaje continuo.
“Se dice que en el momento que se deja de aprender, es cuando se comienza a morir.”

Es necesario recordar constantemente lo relevante que es para el ser humano mantener una mente abierta para el aprendizaje, ya que de esa forma podemos mantenernos actualizados y preparados para los retos que surgen cada día.

Ahora bien, si el crecimiento es afectado en su mayoría por lo que aprendemos, el éxito dependerá de la habilidad de mejorarnos continuamente. Esta verdad nos lleva a considerar que el mejoramiento continuo pende básicamente de tres aspectos: Lo que aprendemos, Cómo lo aprendemos y Qué hacemos con lo que aprendemos. Este ultimo aspecto: ¿Qué hacemos con lo que aprendemos? Se convierte en la pregunta que muchos con seguridad tenemos en común, me incluyo totalmente a este cuestionamiento ya que también me considero alguien que mantiene una mente ocupada en el habito de aprender todos los días.

Amo la lectura, me encanta leer libros, libros que me ayudan a agilizar y agudizar mi mente, mi lógica y mi razonamiento, libros que hablan sobre temas específicos de mi interés personal. Por cerca de 20 años he invertido mi dinero en adquirir muchos ejemplares que hoy forman parte de mi biblioteca personal, lo digo de esta manera, porque de alguna forma me siento muy a gusto con mi inversión en este sentido, sin embargo hace unas semanas mientras me encontraba leyendo hice una pausa y me hice esta pregunta: ¿Qué hago con lo que estoy aprendiendo? Por unos minutos me sentí confrontado y me vi obligado a detener mi lectura para encontrar una respuesta a esta pregunta, una respuesta que aliviara mi repentina preocupación de ser tan solo un consumidor de información.
“Si lo que aprendo no beneficia a otros, entonces tan solo soy un consumidor de información.”
Estas fueron las palabras que saltaron en mi mente como respuesta a mi pregunta, palabras que me hicieron reflexionar profundamente en lo que estoy aprendiendo y a evaluar de qué forma me beneficia aquello en que invierto mi tiempo, dinero, energías y mente.

Determinar el impacto positivo de lo que aprendo, es importante, pero mas relevante aun, es considerar de qué forma beneficia a aquellos con quienes tengo contacto. Si lo que aprendo hace de otros mejores personas, si lo que aprendo agrega valor a quienes me rodean, entonces ¡quiero seguir aprendiendo! quiero poder dar a otros respuestas que pueden afectar sus vidas de forma positiva.
“Lo que aprendemos no es importante hasta que sabemos como aplicar lo que aprendemos.”

La Hora Novena

Durante el primer mes de este 2011 nuestra congregación participo de un tiempo de oración, cada ministerio, cada departamento y cada equipo de trabajo invirtió varias horas en intercesión por varios objetivos locales. En este tiempo compartí algunas ideas básicas y practicas sobre la importancia de la oración, asique de estos tiempos se desprende este pensamiento sobre La Hora Novena.

Todos en nuestra agenda diaria tenemos tiempos determinados y definidos en los cuales nos proponemos llevar a cabo ciertas actividades, por ejemplo: aquellos que aun van a la escuela tienen una hora especifica en la que deben presentarse a sus clases, los que trabajan tienen una hora exacta para presentarse a trabajar y una hora determinada para su salida, otros tienen horas establecidas para comer, hacer deporte, ver televisión y aun en nuestras iglesias tenemos tiempos acordados para realizar nuestros servicios, reuniones de trabajo, estudios bíblicos en hogares, etc. Definitivamente todos tenemos un tiempo específico para algo.

El libro de Hechos 3:1 dice de esta forma: “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.”

En la cultura hebrea los judíos tenían horas establecidas y determinadas por la ley como horas de oración, asique cada judío llegada la hora de la oración debía dejar a un lado cualquier cosa que se encontrara haciendo y dedicarse a la oración, por lo tanto, la hora novena que menciona Hechos en su capítulo tres es también una de esas horas, la hora de la oración.

En esta historia la Biblia describe que Pedro y Juan subían al templo a la hora novena, la hora de la oración y en su camino se encontraron en la puerta del templo a un hombre que era cojo de nacimiento. En su encuentro con este hombre el Espiritu Santo a través de Pedro y Juan trajo la sanidad a este hombre quien al recibir su milagro, de un salto se levanto y entro gritando y danzando en el templo de gozo por el milagro de su sanidad.

Para cada uno de estos tres hombres: Pedro, Juan y el cojo, la hora novena, la hora de la oración significó diferentes cosas. Para Pedro y Juan la hora novena, la hora de oración significó la oportunidad de ser usados por Dios para el milagro. Estos discípulos de Cristo, de no haberse encontrado en camino al templo para orar, quizás no hubiesen podido ser usados por Dios y convertirse así en autores de uno de los milagros más conocidos en la Biblia. Para Pedro y Juan, el tener tiempos definidos para la oración los calificó delante de Dios para ser usados.

El cojo, aun cuando era ayudado por otros para llegar al templo y a pesar de su condición física, siempre se encontraba a la puerta del templo. Para este cojo, la hora novena, la hora de la oración significó la hora de su milagro. De no haberse encontrado a la puerta del templo a la hora exacta en la que Pedro y Juan subían al templo, a la hora novena, la hora de la oración, quizás nunca hubiese podido recibir su milagro. La hora novena para este hombre significó el momento de su sanidad.

Para cada uno de nosotros la hora novena, la hora de la oración puede significar el momento para ser usados por Dios, puede significar el momento de recibir los milagros de Dios. La oración nos habilita delante de Dios para ser usados por El. La oración nos permite recibir los milagros que Dios tiene para cada uno de nosotros.

Todos deberíamos procurar el incluir en nuestras agendas, en nuestros horarios y en nuestras rutinas diarias, tiempos de oración, tiempos que nos habiliten para ser usados por Dios, tiempos que nos permitan recibir lo que Dios tiene para nosotros.

3 Tipos de Adoradores

Con el tiempo he podido conocer e identificar a tres tipos de adoradores: 1. El Verdadero Adorador 2. El Falso Adorador 3. El que conoce la adoración. Hay una historia en la Biblia muy conocida que nos ayudara a conocer algunos detalles interesantes sobre estos tres tipos de adoradores, hablo de la historia que narra Juan en el capitulo cuatro, el momento en donde Jesús se encuentra con aquella mujer samaritana y ambos sostienen una conversación que gira sobre el tema de la adoración, aquí van algunas de mis consideraciones:

1. EL VERDADERO ADORADOR. Una característica es vital para identificar y distinguir a un verdadero adorador, Juan 4:23 “…los verdaderos adoradores adorarán al Padre…” Aquellos que son verdaderos adoradores saben y conocen hacia quien dirigen su adoración, los verdaderos adoradores enfocan su adoración al Padre.

2. EL FALSO ADORADOR. Tomando en cuenta el principio anterior que determina a un verdadero adorador, identificar a un falso adorador no sería difícil, basta con conocer hacia quien dirige su adoración. Todo adorador que no dirige y rinde toda su adoración total al Padre, simplemente es un falso adorador.

3. EL QUE CONOCE LA ADORACION. En este punto invertiré varias líneas para hablar de aquellos que conocen el tema de la adoración, pero que no lo viven. Los que conocen la adoración son como la mujer samaritana, quien en cierto momento de su conversación con Jesús dijo que sus ancestros habían enseñado que era en ese monte donde se debía adorar, pero que al mismo tiempo los judíos decían que era en Jerusalén donde se debía adorar. Esto me dice que esta mujer era alguien que conocía el significado de la adoración, sin embargo la adoración no era para ella un estilo de vida. Conocía como la adoración debía expresarse, en qué momento y lugar había que adorar, sin embargo su vida no era el ejemplo de un testimonio integro.

El problema con aquellos que conocen la adoración pero que no viven en ella, es que son ese tipo de personas que no han definido su estilo de vida, se encuentran alternando entre lo que el mundo dice que es bueno, pero a la vez se “limitan” pues tienen los suficientes conocimientos bíblicos como para no ir tan “adentro”. Conocen lo suficiente de Dios y la Biblia como para no ser considerados como inconversos, pero a la vez no intiman lo suficiente como para ser considerados como cristianos ejemplares. Lo explico de otra forma: En cierta oportunidad nuestro pastor general dijo que mientras participaba de un tiempo de oración personal Dios le habló y le hizo esta pregunta: ¿Hijo te consideras el mejor y el más ungido pastor de la ciudad? él, tratando de ser humilde y a la vez honesto respondió: Señor, no lo soy, no soy el mejor, ni el más ungido pastor de esta ciudad. Entonces Dios le hizo otra pregunta: ¿Hijo, entonces te consideras el peor pastor de esta ciudad? Y otra vez, tratando de ser humilde y honesto respondió: Señor, seguro sé que no soy el mejor pastor de esta ciudad. A lo que Dios respondió: Hijo, si no eres el mejor pastor, pero tampoco el peor, ¿Qué eres entonces?

Reflexionando en esta historia, que tal si nos hacemos las mismas preguntas. ¿Nos consideramos los más ardientes y mejores adoradores?, si no lo somos, entonces ¿Somos los peores y mas falsos adoradores que pueden existir?, si nuestra respuesta es también un no, entonces ¿Qué clase de adoradores somos?

La Biblia nos dice que los tibios provocan nauseas a Dios. En nuestra vida con Dios no pueden haber áreas grises, necesitamos definir en qué bando estamos. En nuestra vida como adoradores necesitamos definir qué tipo de adoradores somos, espero que todos tengamos el deseo y el anhelo de convertirnos en esos verdaderos adoradores, que curiosamente aun el Padre todavía está buscando y no caer en la clasificación de esos que tan solo conocen del tema pero que no viven un estilo de vida de relación y adoración total al Padre.