Un Viejo, un Muchacho, un Cuchillo y un Altar

“Saber tocar un instrumento no define una vida de adoración, sin embargo una vida de obediencia sí es la evidencia de un verdadero adorador”

En una historia de la Biblia en donde por primera vez se menciona la palabra “adoración” como tal, encontramos uno de los mas grandes y conocidos ejemplos de obediencia. ¿El responsable? Un viejo llamado Abraham. Imagino que al identificar este nombre recordaremos muchos sermones en donde nos hablaron sobre la obediencia de Abraham, o cuántos relatos habremos escuchado en las clases de escuela dominical sobre como Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo por obediencia a Dios, sin embargo no importando la cantidad de veces que quizás hayamos escuchado sobre esta historia todos llegamos a un común acuerdo  sobre la calidad y grado de obediencia que Abraham tuvo ante las peticiones de un Dios que lo único que le había pedido era la vida de su hijo Isaac.

Haciendo una pausa con la historia que involucra a estos personajes: Un viejo, un muchacho, un cuchillo y un altar, quiero mencionar otro punto. Por mucho tiempo se ha transmitido la idea de que para adorar a Dios es necesario un ambiente que involucre cantos, música e instrumentos, aclaro, esto no esta nada mal, sin embargo creo con todo mi corazón que la verdadera adoración va mucho mas allá de la música, va muchos mas allá de saber tocar un instrumento musical, va mas allá de conocer progresiones de acordes, bonitas melodías,  es más que simples letras bíblicas y espirituales. Limitar o encerrar el concepto de adoración a un único contexto musical es limitar nuestra responsabilidad como adoradores, si esto fuera así, entonces el numero de adoradores verdaderos estaría limitado a tan solo gente que sabe hacer música, y la verdad he conocido a muchos y muy buenos músicos que lo menos que son es verdaderos adoradores.

Ahora, quitando el dedo de la pausa y retomando a nuestros personajes: el viejo, el muchacho, el cuchillo y el altar, recordemos las palabras que dijo Abraham a sus siervos cuando llegaron al monte Moriah, que era el lugar en donde iba a sacrificar a su hijo Isaac, Abraham les dijo: “El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios…” (Génesis 22:5 NVI). Al llegar al monte el ambiente era totalmente distinto a lo que seria un servicio de adoración actual, ahí no habían luces, equipos de sonidos, no habían instrumentos musicales, pantallas ni tampoco una batería puesta en el centro del escenario, ahí solo estaban un viejo, un muchacho, un cuchillo y un altar, todos dispuestos a cumplir con los deseos de Dios, obediencia pura en todo sentido, obediencia tanto de Abraham hacia Dios, pero también sujeción de un hijo hacia su padre, pues en ningún momento Isaac se opuso o se reveló ante lo que su papa se disponía a hacer con el. A eso Abraham llamo adoración.

La evidencia de un verdadero adorador no es cuan bien sabe cantar o que tan bien sabe ejecutar un instrumento, sino cuan obediente es hacia las palabras de Dios.

“La verdadera obediencia es la mayor expresión de honra que podemos elevar a nuestro Dios.”

3 Tipos de Adoradores

Con el tiempo he podido conocer e identificar a tres tipos de adoradores: 1. El Verdadero Adorador 2. El Falso Adorador 3. El que conoce la adoración. Hay una historia en la Biblia muy conocida que nos ayudara a conocer algunos detalles interesantes sobre estos tres tipos de adoradores, hablo de la historia que narra Juan en el capitulo cuatro, el momento en donde Jesús se encuentra con aquella mujer samaritana y ambos sostienen una conversación que gira sobre el tema de la adoración, aquí van algunas de mis consideraciones:

1. EL VERDADERO ADORADOR. Una característica es vital para identificar y distinguir a un verdadero adorador, Juan 4:23 “…los verdaderos adoradores adorarán al Padre…” Aquellos que son verdaderos adoradores saben y conocen hacia quien dirigen su adoración, los verdaderos adoradores enfocan su adoración al Padre.

2. EL FALSO ADORADOR. Tomando en cuenta el principio anterior que determina a un verdadero adorador, identificar a un falso adorador no sería difícil, basta con conocer hacia quien dirige su adoración. Todo adorador que no dirige y rinde toda su adoración total al Padre, simplemente es un falso adorador.

3. EL QUE CONOCE LA ADORACION. En este punto invertiré varias líneas para hablar de aquellos que conocen el tema de la adoración, pero que no lo viven. Los que conocen la adoración son como la mujer samaritana, quien en cierto momento de su conversación con Jesús dijo que sus ancestros habían enseñado que era en ese monte donde se debía adorar, pero que al mismo tiempo los judíos decían que era en Jerusalén donde se debía adorar. Esto me dice que esta mujer era alguien que conocía el significado de la adoración, sin embargo la adoración no era para ella un estilo de vida. Conocía como la adoración debía expresarse, en qué momento y lugar había que adorar, sin embargo su vida no era el ejemplo de un testimonio integro.

El problema con aquellos que conocen la adoración pero que no viven en ella, es que son ese tipo de personas que no han definido su estilo de vida, se encuentran alternando entre lo que el mundo dice que es bueno, pero a la vez se “limitan” pues tienen los suficientes conocimientos bíblicos como para no ir tan “adentro”. Conocen lo suficiente de Dios y la Biblia como para no ser considerados como inconversos, pero a la vez no intiman lo suficiente como para ser considerados como cristianos ejemplares. Lo explico de otra forma: En cierta oportunidad nuestro pastor general dijo que mientras participaba de un tiempo de oración personal Dios le habló y le hizo esta pregunta: ¿Hijo te consideras el mejor y el más ungido pastor de la ciudad? él, tratando de ser humilde y a la vez honesto respondió: Señor, no lo soy, no soy el mejor, ni el más ungido pastor de esta ciudad. Entonces Dios le hizo otra pregunta: ¿Hijo, entonces te consideras el peor pastor de esta ciudad? Y otra vez, tratando de ser humilde y honesto respondió: Señor, seguro sé que no soy el mejor pastor de esta ciudad. A lo que Dios respondió: Hijo, si no eres el mejor pastor, pero tampoco el peor, ¿Qué eres entonces?

Reflexionando en esta historia, que tal si nos hacemos las mismas preguntas. ¿Nos consideramos los más ardientes y mejores adoradores?, si no lo somos, entonces ¿Somos los peores y mas falsos adoradores que pueden existir?, si nuestra respuesta es también un no, entonces ¿Qué clase de adoradores somos?

La Biblia nos dice que los tibios provocan nauseas a Dios. En nuestra vida con Dios no pueden haber áreas grises, necesitamos definir en qué bando estamos. En nuestra vida como adoradores necesitamos definir qué tipo de adoradores somos, espero que todos tengamos el deseo y el anhelo de convertirnos en esos verdaderos adoradores, que curiosamente aun el Padre todavía está buscando y no caer en la clasificación de esos que tan solo conocen del tema pero que no viven un estilo de vida de relación y adoración total al Padre.